logo

Entrevista a Mtra. Adriana Vicario

Tauromaquia, la dominación considerada arte.

 

EL ESPECISMO, LA TAUROMAQUIA Y LA LUCHA ANTIESPECISTA.

 

«En la industria taurina, como en cualquier otra, los animales no humanos son vistos como meras propiedades, objetos para un fin que, desde luego, nada tiene que ver con sus intereses y su verdadero bienestar».

 

 

Entrevista a la Mtra. Adriana Vicario, activista antiespecista, cofundadora de Mirada Animal un proyecto hispano-mexicano para la difusión del Antiespecismo y la lucha por la Liberación Animal.

Para poder combatir las injusticias es necesario comprenderlas. Una de las más grandes injusticias que se cometen en el mundo diariamente es en contra de los animales de otras especies. Esta discriminación es el especismo. Adriana, ¿qué es el especismo? ¿Cuáles son sus consecuencias?

El especismo es un sistema de opresión, similar a otros, como el racismo, el colonialismo, el patriarcado, en el que los oprimidos son los animales no humanos. La consecuencia directa es que son considerados objetos, propiedades de los que los humanos podemos disponer como nos plazca para nuestros fines. Así, los volvemos comida, material de experimentación, objetos de diversión, adornos, vestimenta, etc. Además de ser transmitido culturalmente, el especismo está institucionalizado, por lo que es también parte importante de la economía de las sociedades humanas.

 

“Lo cierto es que tenemos que ser contundentes en el mensaje y hacer entender a la población

que la violencia especista afecta por igual a toros, vacas, cerdos, ratones…”

 

Dicen los taurófilos que dentro de las ganaderías los toros explotados para esta industria viven en las mejores condiciones. ¿Qué opinión te merece el bienestar animal dentro de las ganaderías de toros de lidia y de cualquier industria que explota a otros animales?

En la industria taurina, como en cualquier otra, los animales no humanos son vistos como meras propiedades, objetos para un fin que, desde luego, nada tiene que ver con sus intereses y su verdadero bienestar. Aunque estén “bien tratados”, entendido esto como alimentados, resguardados y no golpeados, son y serán propiedades, lo cual es injusto pues vulnera su derecho a la libertad. Por si fuera poco, sus destinos ya están decididos desde el nacimiento. En el caso de los toros “de lidia”, este consiste en ser terriblemente torturados y asesinados durante la corrida.

 

 

Quienes defienden la tauromaquia justifican esta práctica especista por ser considerada una tradición, una manifestación artística y cultural. ¿Por qué no es éticamente correcto dañar a otros animales, independientemente de que esa práctica represente identidad y pertenencia cultural?

Porque los demás animales tienen la capacidad de sentir y de ser conscientes del mundo que les rodea, exactamente como nosotros; por ello, tienen también intereses y derechos intrínsecos, que no deberían ser vulnerados bajo ningún pretexto. Las tradiciones humanas son susceptibles a los cambios que se van planteando en las distintas épocas, según avanzan los descubrimientos científicos y la ética del momento. Si defendiéramos a capa y espada las tradiciones por el mero hecho de serlo, aún existirían el circo romano, la crucifixión, los sacrificios humanos y otras muchas atrocidades que en estos tiempos serían impensables. Lo mismo debería pasar con la tauromaquia, pero la diferencia de que las víctimas no son humanas y que su explotación es negocio para sectores muy poderosos.

 

 

“Además de ser transmitido culturalmente, el especismo está institucionalizado, por lo que es

también parte importante de la economía de las sociedades humanas”.

 

 

 

Tenemos conocimiento de la prohibición de encierros o vaquilladas y el ingreso de niños a las corridas de toros en diversos municipios de Veracruz; sin embargo, en algunas localidades se llevan a cabo sin importarle a los pobladores lo que las leyes dicten. ¿Qué consideras que es importante trabajar desde el activismo antiespecista para que no sucedan estas situaciones?

Creo que es muy importante trabajar en la educación y la concientización de los sectores menos favorecidos y más ignorantes. El respeto y el sentido de la ética deben ser inculcados desde la cuna, junto con condiciones sociales y económicas más equitativas. Como movimiento antiespecista, tenemos el gran reto de plantear proyectos educativos que de verdad logren permear, y también de impulsar prohibiciones o leyes mejor planteadas, que vayan de la mano del cambio de conciencia.

 

 

De acuerdo a algunas encuestas en nuestro país, el 70% de los mexicanos rechazan las corridas de toros. Como activistas antiespecistas, ¿cómo podríamos lograr que ese 70% no rechazara únicamente la tauromaquia sino todas las formas de explotación hacia los otros animales? Por supuesto que mi deseo y lucha es con el objetivo de que el 100% de la población en el mundo deje de oprimir a los demás animales; sin embargo, este 70% de la población en México ha hecho de una u otra forma una conexión con los toros. ¿Qué necesitamos hacer para que esa misma solidaridad la extiendan al resto de animales?

¡La pregunta del millón de dólares! Je je. Para mí, es fundamental que los activistas entendamos contra qué luchamos y qué queremos, pues parece que a veces el objetivo de nuestra lucha no está claro. Si comprendemos lo que es el especismo y cómo afecta a todos los animales por igual, podremos, entre todos, responder a esa pregunta. Lo cierto es que tenemos que ser contundentes en el mensaje y hacer entender a la población que la violencia especista afecta por igual a toros, vacas, cerdos, ratones…

 

 

La tauromaquia en nuestro país es una práctica legal, lo que no significa que sea justa. Como activista antiespecista, ¿qué estrategias crees que sean necesarias para combatir la tauromaquia hasta lograr su abolición?

Antes que nada, debemos entender que es un negocio para un sector poderoso y así debemos atacarla. Pararse frente a una plaza de toros con carteles no ha resultado efectivo porque de esa manera no se afecta en lo más mínimo al negocio en sí. Más bien creo que sería efectivo promover campañas de boicot económico contra las empresas y personas que la financian, a la vez que impulsamos prohibiciones estratégicas como la de vetar la entrada a menores de edad a las plazas de toros.

Como mencionabas, la enorme mayoría de la población mexicana quiere ver el fin de esta absurda tradición. Es solo cuestión de tiempo que lo logremos.